Un autónomo de 82 años lucha por reabrir su negocio de bicicletas a pesar de perderlo todo por la DANA
José Vicent Ramón «Pepito» es un ciclista de raza desde su infancia. Su taller de bicicletas fue fundado por su padre en los años 40 del siglo pasado, y en él comenzó a trabajar como aprendiz a los 13. Casi ocho décadas después, el desastre natural de la DANA se ha llevado por delante este negocio prácticamente centenario. Hoy, sus vecinos y decenas de voluntarios, le están ayudando a reconstruirlo, porque él está decidido a seguir adelante.
A sus 82 años, Pepito sigue montándose en su bicicleta cada fin de semana, acompañado de amigos y familiares. Su mote, «Polseguera» -como le llaman cariñosamente- quiere decir en valenciano «polvareda». Viene de cuando empezó a participar en carreras, porque solía quedar en los últimos puestos, recogiendo el polvo del camino; algo que no le impidió continuar disfrutando de su pasión. Él lo lleva orgullosamente como símbolo de su dedicación y amor por el ciclismo.
Estas cualidades son las que impulsan ahora su nuevo objetivo: conseguir restaurar su taller tras haber quedado completamente destruido por la inundación. El agua se llevó por delante no sólo su lugar de trabajo con decenas bicicletas, piezas antiguas y materiales, sino también el motor y el sentido de toda una vida. «Creo que me quedan muchas etapas para llegar a la meta. Pero estamos peleando, para salir otra vez adelante, con la misma inercia o más que antes«, explicó Pepito.
La riada inundó por completo el local de este emprendedor de 82 años
Cuando José Vicent supo que la DANA se acercaba a Catarroja él estaba trabajando en su negocio, como siempre, y no se dio cuenta de lo que se avecinaba. Un amigo fue a buscarlo y lo convenció para que saliera de allí inmediatamente. Fue entonces cuando Pepito vio que «estaba viniendo la riada». El agua ya le llegaba a los tobillos, así que cogió sus llaves y cerró el local, sin llegar a imaginar hasta donde llegaría la magnitud del desastre. Se fue entonces a casa de otro vecino, que vivía en un piso más alto, y gracias a ello pudo «salvar el pellejo, como suele decirse», relató a este diario.
En ese momento, a Pepito le venía a la mente la inundación que hubo en la cuenca del Turia en 1957, y pensó en que sucedería «algo similar, como mucho«. También en aquella ocasión el agua entró en el taller, pero sólo llegó a sobrepasar el límite de la cintura y «no fue tan fuerte ni trajo tanto lodo», dañando únicamente algunas bicicletas y unos pocos muebles. Pepito explicó que «sería lo equivalente a comparar un vaso de agua con una piscina».
Cuando al día siguiente Pepito volvió para evaluar los daños se le cayó el alma al suelo. Vio que, en esta ocasión, había sido muy diferente. El agua y el barro habían llegado hasta el techo. La virulencia del fenómeno atmosférico fue tal que destrozó paredes, persianas, ventanas, muebles antiguos, recuerdos, piezas históricas y de colección, decenas de bicicletas clásicas y de montaña. En ese momento no podía creérselo. «No reaccioné», admitió Pepito, «tardé unos días en procesar lo sucedido».
Vecinos y voluntarios trabajan en la reconstrucción del negocio
Desde el inicio, Pepito estuvo decidido a recuperar su negocio a pesar de ser más que octogenario. «Sí hombre, sí, hay que continuar«, se decía a sí mismo. Vecinos, familiares y amigos se volcaron con él para recuperar Ciclos Vicent. «No puedo defraudarlos, tengo que seguir adelante. Han venido tantas personas a darme ánimo y a ayudarme que es lo menos que puedo hacer, ya que me tienen en tanta estima», relató.
Son muchos los voluntarios que, desde diferentes localizaciones, colaboran con Pepito. Personas que aportan su trabajo diariamente para limpiar, reparar y reconstruir el local, artistas que están pintando la persiana y restaurando los muebles antiguos. También hay quienes han cedido herramientas, pintura, bicicletas y piezas de bicicletas clásicas; incluso empresas que han aportado dinero a la causa.
Toda esta ayuda está siendo organizada por dos amigos, Rocío y Toni. Ellos han puesto en marcha una página de GoFundMe, para recoger donaciones, además han creado una página web contando la historia de Pepito y gestionan un perfil de Instagram para difundir su historia.
Se trata de una empresa familiar en la que han trabajado dos generaciones
Ciclos Vicent no es sólo un taller de bicicletas, es el legado de dos generaciones que, durante casi 80 años, se dedicaron con humildad y pasión a «ofrecer un lugar en los que los ciclistas pudieran confiar para hacer sus reparaciones».
Este pequeño negocio de Catarroja, gracias a su honestidad y buen hacer, se acabó convirtiendo en un lugar de referencia al que acudían muchos ciclistas de la zona de l´Horta y de Valencia. «Tenía mucho trabajo, incluso demasiado, pero nunca pensé en jubilarme. No me venía a la cabeza esa idea» comentó Pepito, «cuando te has dedicado a correr carreras en bici, todo esfuerzo parece llevadero».
El negocio fue fundado en los años 40 por el padre de Pepito, José Vicent Serrano, «Vicent». Un ciclista entusiasta que renunció a su puesto como cobrador de autobuses para, según explicó su hijo, «luchar, sobre todo, por conseguir salir adelante. Encontrar una salida en la que trabajar con ilusión«. Y este mismo sueño es el que continuó su sucesor, José Vicent Ramón, que desde los 13 años comenzó a trabajar como ayudante con su padre. «Mi padre me decía: tú mira, que viendo se aprende, y es verdad», aseguró Pepito.
Padre e hijo trabajaron juntos durante casi 60 años, poniendo siempre lo mejor de sí mismos en cada reparación, por pequeña que fuese. Aunque en los últimos años ya no lo era, el taller llegó a ser también una tienda donde se vendieron desde las piezas más clásicas hasta las bicicletas de montaña más modernas.
Hasta que sucedió el desastre natural, Pepito siguió fiel a sus principios: ofrecer su servicio de mecánica de bicicletas y asesorar a todo aquel que lo necesitase, con los conocimientos atesorados a lo largo de tantas décadas. Hoy, haciendo honor a su espíritu incansable y a su amor por lo que hace, sigue volcado en recuperar su negocio.
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