Tiene 102 años y sigue trabajando en su resort: este es su consejo para una carrera larga y feliz
Alegre e incombustible, Deborah Szekely lleva más de cien velas en la tarta y sigue trabajando. Allá por 1940 fundó con su marido Edmond uno de los primeros resorts de bienestar en Norteamérica, Rancho La Puerta, situado en México, cerca de la frontera con San Diego.
Su historia no fue sencilla: durante la Segunda Guerra Mundial la visa estadounidense de su marido, de herencia judía, lo obligaba a marcharse o ser devuelto a su país de origen. Así que decidieron quedarse en Mexico, donde alquilaron un humilde almacén de adobe y empezaron a construir el Rancho La Puerta, centrado en la salud, el fitness, el ejercicio y la comida vegetariana.
Pronto triunfó: los huéspedes venían a escuchar a Edmond, que era profesor y les daba charlas a la sombra de un enorme roble.
Tal y como relata a CNBC, Deborah tiene hoy en día 102 años y sigue trabajando tres días a la semana en este balneario. Allí ha hecho de todo a lo largo de las décadas: ha sido jefa de cocina, directora general y directora de actividades. También trabajaba en el huerto para tener alimentos frescos y ecológicos para sus comidas, algo común entre los centenarios de las zonas azules.
Aunque las labores de dirección recaen en su hija, Sarah Livia Brightwood, Deborah todavía está muy involucrada en las operaciones del resort. Los martes se reúne con los oradores invitados, el miércoles habla y el jueves se encuentra con personas que quiero conocer o amigos. También asiste a reuniones rotativas para conocer todo lo que sucede en el rancho y da ponencias fuera del resort.
El gran consejo de esta centenaria para una carrera larga y feliz
La clave para Deborah Szekely es seguir aprendiendo e interesándose por cosas nuevas, cultivando la curiosidad y adquiriendo conocimientos y experiencias, desde probar palomitas de coliflor con chile para sorprender a su paladar a lecturas edificantes.
No es la única: la curiosidad y las conexiones sociales parecen ser comunes en las zonas azules, aquellas que acumulan una densidad de centenarios muy superior a la media. Seguir practicando pasiones y hobbies como el deporte, la música o la escritura, tener reuniones con amigos o formar parte de una comunidad religiosa parece alargar la vida a estos superancianos.
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