¿Los días se emborronan a medida que avanza tu vida? Se trata de una parte normal de envejecimiento. Aquí te contamos por qué ocurre.
Es posible que hayas notado que el tiempo pasa más rápido al envejecer. A medida que el cuerpo madura, los días se convierten en semanas, las semanas en meses y, llegado un punto, se echa la vista atrás y los años se emborronan.
Esta percepción es universal y verdadera. Se le han dado miles de explicaciones desde la filosofía, la medicina y otras áreas de conocimiento sin llegar a un consenso universal.
En los últimos años, la ciencia dispone de nuevas herramientas para explorar la percepción del paso del tiempo, llegando a una conclusión esperable: ese acelerón del tiempo mental es fruto de varios factores. ¿Tienes curiosidad? Pues vamos a conocerlos.
La percepción del tiempo y sus variaciones a lo largo de la vida
El tiempo, como unidad de medida (minutos, días, años) es una invención humana, un intento de estructurar la memoria y organizar el día a día. Sin embargo, el tiempo que atraviesa el cuerpo depende de factores como la física de nuestros sentidos y los ritmos biológicos del organismo.
Por otro lado, tampoco se puede olvidar cómo funciona el cerebro y cómo este cambia en estructura y en química, a lo largo de la vida.
Para empezar, hazte a la idea de que recibimos una serie de estímulos (piezas de información) que el cerebro se encarga de ordenar y dar sentido. Eso, que es a lo que llamamos tiempo, no es más que un reflejo de la realidad externa a nuestro cuerpo y, por tanto, está sujeta a diferentes influencias. Veamos las más relevantes señaladas por estudios actuales.
El paso del tiempo, la novedad y la atención
Echando la vista atrás, la vida parece que duró mucho más: largas horas de colegio, nuevos juguetes, amigos que crecen y cambian a nuestro lado… No obstante, toda esa novedad se reduce con el paso de los años y la cotidianidad se vuelve más rutinaria, con menos sorpresas.
En esto radica una de las teorías más antiguas sobre la percepción del paso del tiempo y la edad: puesto que nuestro cerebro prioriza la novedad, la atención incrementa su activación cuando el entorno es estimulante. La atención es el proceso cognitivo encargado de transmitir la información crucial que el resto del cerebro convertirá en recuerdos.
A medida que transcurren los años, las sorpresas se reducen y la atención registra menos eventos. Por ello, la cantidad de recuerdos que actúan como punto de referencia en la memoria disminuye, creando la sensación de que el tiempo pasa más deprisa.
Mira atrás y piensa en tu primera cita, en entrar a la universidad, en la primera vez que te dejaron sentarte en el asiento del copiloto. Todos esos recuerdos se concentran en tus primeros años de vida y ahora son mucho menos frecuentes.
El tiempo pasa más rápido al envejecer por cambios estructurales y químicos en el cerebro
No solo la cantidad de recuerdos influye en la percepción de que el tiempo pasa más rápido al envejecer. La capacidad atencional y la memoria se ven afectadas por el envejecimiento cerebral, a menudo por su deterioro. A nivel perceptivo, esto implica un aumento del ruido y la incertidumbre temporal, como afirma un artículo de la revista Frontiers in Aging Neuroscience .
Este ruido, afirman, también es resultado de la compensación cerebral al degenerarse el circuito frontoestriatal, que a su vez está regulado por neurotransmisores (dopamina, serotonina, noradrenalina y los colinérgicos), cuyo funcionamiento resulta alterado con la edad.
Así, otras regiones del cerebro asumirían parte de su trabajo para mantener operativas las funciones ejecutivas, pero sin dar un resultado perfecto.
Estos cambios en el cerebro están relacionados con la percepción del tiempo, haciendo que sea menos lineal y ordenada que en los primeros años de vida.
Por otro lado, los ritmos biológicos se afectan por el envejecimiento. El sistema endógeno que interactúa con la geofísica (los ciclos de luz-oscuridad, por ejemplo) hace su parte en la percepción temporal. Las variaciones en la segregación de la melatonina producen alteraciones de sueño que afectan a la continuidad del tiempo mental y restan fuerzas a las funciones cognitivas.
La psicofísica de la percepción temporal
Como se expresaba arriba, la percepción temporal no es más que una sucesión de estímulos que el cerebro ordena y dota de sentido. Por tanto, la velocidad de percepción de estos estímulos también tiene algo que decir en este asunto.
Un estudio de la Universidad de Cambridge expresa: «La mente humana percibe la realidad (naturaleza, física) a través de imágenes que se producen cuando las entradas visuales llegan a la corteza. La mente siente el ‘cambio de tiempo’ cuando cambia la imagen percibida». Es decir, nuestro cerebro acumula una cantidad concreta de impresiones sensoriales que varían y crean la percepción temporal.
¿Te has preguntado alguna vez por qué es imposible capturar una mosca con la mano? La respuesta es este mismo mecanismo: mientras que los humanos registramos unos 60 destellos por segundo, las moscas llegan hasta la friolera de 250, incluso 400 en algunas especies. Exacto, el tiempo pasa mucho más lento para ellas (se asume que subjetivamente) porque recogen más «piezas» de la realidad.
Con la edad, el deterioro de los órganos sensoriales y el enlentecimiento de los procesos cognitivos hacen que se perciban menos estímulos por segundo, creando la sensación de que el tiempo pasa más rápido.
¿Se puede hacer algo cuando el tiempo pasa más rápido al envejecer?
Si bien no se puede evitar un envejecimiento natural del cuerpo y la mente, sí es posible dotar de significado al día a día. Está en mano de todos el buscar nuevas emociones en la vida y construir recuerdos significativos.
Quizás, al final de tu vida, sientas que tu infancia fue mucho más larga que el resto de tu vida, pero no olvides recrearte en todos aquellos eventos que marcaron un antes y un después, sobre todo en aquellos que has creado tú.
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