Poco después de mi 48 cumpleaños, en agosto de 1999, mi marido Barry me invitó a tomar un margarita en Compadre’s, un restaurante mexicano cerca de nuestra casa de Palo Alto. En realidad, tenía un original plan que comentarme mientras disfrutábamos de la bebida.
Durante el trago, sugirió que pusiésemos nuestra casa en alquiler y viajásemos durante seis meses. Éramos consultores en Silicon Valley, así que no teníamos que renunciar a nuestros trabajos tradicionales.
Por supuesto, me mostré dispuesta. Pero alquilar nuestra casa de Palo Alto no era tan sencillo por aquel entonces; todavía no había llegado la era de Airbnb y los nómadas digitales. Pero al final lo hicimos, y en noviembre volamos a México, donde pasamos seis semanas en la vibrante ciudad de Guanajuato, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Seis meses se convirtieron en veinte. Nuestra casa seguía alquilada cuando regresamos a Palo Alto tras finalizar la aventura por el extranjero. Así que compramos una autocaravana Westfalia de 1984, recorrimos la costa de California y alquilamos un apartamento en el puerto marítimo victoriano de Eureka.
Nunca volvimos a nuestros trabajos de consultoría, así que prácticamente nos prejubilamos, aunque yo empecé de nuevo a trabajar a tiempo parcial en formación de directivos y coaching.
Veinticinco años después, seguimos en el mismo apartamento. Es el eje que ha permanecido estable mientras todo lo demás cambiaba: vendimos nuestra casa de Palo Alto, compramos una casa de adobe de 150 años de antigüedad en Guanajuato y nos mudamos a una autocaravana Eurovan.
Hoy somos jubilados y viajamos juntos por el mundo.
El mundo es ahora nuestro hogar
Una de nuestras bases de operaciones es nuestra casa de Eureka, donde pasamos la primavera y el verano. Cuando no estamos en la ciudad, viajamos por el norte de California y el sur de Oregón en nuestra furgoneta, que se ha convertido en otro de nuestros hogares.
En ella metemos las bicicletas, el kayak, la tabla de surf de remo y el telescopio astronómico. Luego nos vamos de excursión a la costa o al interior, a las montañas y a las fuentes termales.
Pasamos parte del otoño y el invierno en nuestra casa de Guanajuato. Allí no tenemos coche porque las casas del centro de Guanajuato, donde está nuestra casa, no tienen entradas ni garajes, y todo se puede recorrer a pie.
Cada año visitamos una parte nueva de México. Este año, tomamos el Primera Plus —uno de los lujosos autobuses de largo recorrido de México— para viajar tres horas a otra ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, San Luis Potosí.
Como Barry es británico, también visitamos a su familia una vez al año, y cuando estamos allí solemos hacer un viaje diferente por Europa. Un año estuvimos de mayo a septiembre en Escocia, Cataluña, los Altos Alpes franceses y en los pueblos del norte de Italia situados bajo mi cadena montañosa favorita, los Dolomitas.
También somos miembros de una plataforma de intercambio de casas en el que cambiamos nuestra casa mexicana por otras casas de todo el mundo, obteniendo alojamiento gratuito.
Hemos intercambiado casas con propietarios en Bretaña, la República Checa, Irlanda, Colombia y Portland, Oregón. En octubre, nos alojaremos en una casa a un par de horas de Denver para disfrutar del precioso follaje otoñal. La próxima primavera visitaremos Cuenca (Ecuador). Nuestra vida de jubilados nunca se detiene.
Tenemos un sistema para mantener nuestro estilo de vida de jubilados
Para un estilo de vida como el nuestro, necesitamos ser organizados.
Alquilamos nuestra casa en México cuando no estamos allí, así que hemos contratado a alguien para que se encargue de la gestión de los inquilinos. Nuestra asistenta en Guanajuato se encarga de regar las plantas. En Eureka, un amigo que trabaja cerca revisa nuestro apartamento con regularidad, y mientras estamos en México, guardamos nuestra furgoneta en la propiedad de otro amigo.
En sentido estricto, tenemos ingresos suficientes para mantener nuestro estilo de vida y no necesitamos generar más. Pero a Barry y a mí nos gusta escribir, y a mí, en particular, me encanta ganar dinero. Afortunadamente, podemos escribir en Eureka, Guanajuato, en nuestra autocaravana o en cualquier parte del mundo donde nos encontremos.
Recuerdo aquella tarde de agosto de hace 25 años y agradezco muchísimo haber dicho que sí. No tenía ni idea cuando Barry me invitó a salir de lo mucho que un simple margarita transformaría nuestras vidas para siempre.
Average Rating