Ser feliz. Si preguntas a cualquier, seguro que será su prioridad y principal deseo, y también el tuyo, pero piensas que hacen falta tantas cosas para ello… y que no tienes control sobre ninguna: salud, dinero, amor, ya sabes, lo que siempre se dice, pero muchas otras que nos imponemos: tranquilidad, diversión, no tener estrés, ni imprevistos… Pero en gran parte depende de ti, de tu actitud, y para ello hay cinco cosas sencillas que puedes hacer a diario. Ya verás como con eso, igual basta.
A menudo creemos que alcanzar la felicidad es un proceso complejo y que requiere de grandes cambios o un camino largo, tortuoso y profundo, pero no la meta, sino el camino. Existen acciones sencillas que puedes incorporar a tu día a día para mejorar significativamente tu bienestar y ver ese camino como bienestar y objetivo real, y no ese horizonte ideal que te impones y nos imponemos, y que, en la mayoría de los casos, si se alcanza, resulta que no era la llave de tu felicidad, incluso lo contrario.
Pero, lejos de filosofías, vamos al grano y lo práctico, para tu día a día. Y no son ideas iluminadas ni subjetivas, sino cinco claves basadas en recomendaciones de expertos y en estudios científicos que te ayudarán a ser un poco más feliz cada día.
1. Incrementa tu actividad física diaria
Lo físico va a lo mental. La actividad física no solo es beneficiosa para tu salud física, sino también para tu salud mental. Cualquier médico o experto en capacitación física subraya la importancia de integrar pequeñas dosis de movimiento en la rutina diaria. Esto puede ser tan simple como optar por las escaleras en lugar del ascensor, caminar en lugar de usar el coche para distancias cortas o levantarse con regularidad si tu trabajo te exige estar sentado. No necesitas más.
Prueba y verás como con esos simples gestos tu mente estará más despejada y limpia y llegarás a casa con otro ánimo. Este tipo de actividades, conocidas como NEAT (Non-Exercise-Activity Thermogenesis), incrementan tu gasto energético diario, mejoran tu estado de alerta y contribuyen a tu bienestar neurológico. En definitiva, evita el sedentarismo, muévete continuamente, estás programado para ello, sea en casa, mientras trabajas o no, por la calle…
2. Reduce el tiempo en redes sociales y tecnologías
Va muy al hilo de lo anterior, porque la adicción a las redes sociales y las pantallas te lleva al sedentarismo y es una auténtica rémora para tu salud y capacidad cerebral. Las nuevas tecnologías y las redes sociales pueden absorber gran parte de nuestro tiempo, muchas veces en detrimento de actividades que podrían hacernos más felices y que igual has ido olvidando.
Así que reemplaza el tiempo que pasas frente a pantallas por actividades que te representen un reto o un esfuerzo físico o mental. Esto no solo nos ayuda a desconectar, sino que también promueve el aprendizaje y el desarrollo de nuevas habilidades. Te pongo ejemplos e igual te das cuenta de que es lo que hacías antes de llegar la revolución de internet, las redes sociales y de la tecnología: pasear y charlar con la familia, sin televisiones y móviles de por medio; sentarte en el sofá en silencio a leer un libro; realizar algún hobby que requiera esfuerzo mental y a la vez relaje: ajedrez, un puzzle, un juego de mesa, ejercicios mentales con papel y bolígrafo… Tú eliges.
3. Fomenta las relaciones personales
Igual piensas que tu vida social es tanto o más rica que antes. Hablas con muchas personas al día, pero, ¿alguna en persona y sobre temas que no sean memes o chascarrillos por WhatsApp? En un mundo cada vez más digitalizado, las relaciones cara a cara están perdiendo terreno frente a las interacciones online.
Sin embargo, el contacto humano directo es fundamental para tu bienestar emocional e igual, si cada vez te sientes menos feliz, es el pilar fundamental dañado. Si es complicado ya quedar con amigos y familiares habitualmente cara a cara, participa en grupos con intereses comunes o simplemente pasa más tiempo con tu familia cercana y amigos que vivan cerca, fortaleciendo los lazos sociales. «Oblígales» a veros en persona, a tomar un café y charlar como hacíais antes. Verás qué cambio.
4. Acepta tus emociones
A veces el problema puede ser tú mismo, o incluso aunque hagas todo lo anterior, tu mente es la que te juega malas pasadas, te «impones» esa infelicidad a base de exigencias, sabotajes y obsesiones. La felicidad no se trata de estar contento todo el tiempo. Tal Ben-Shahar, psicólogo y profesor de la Universidad de Harvard, recuerda la importancia de aceptar tus emociones, sean positivas o negativas. Reconocer y aceptar tus sentimientos, incluso aquellos que nos resultan incómodos, es crucial para avanzar hacia un estado de bienestar más estable y duradero.
Así que acéptate como eres y acepta tu entorno, lo que no quita que intentes mejorar, sin prisa, pero sin pausa, aquello en lo que fallas. Aunque suene manido y de moda, es fundamental practicar la meditación. No se trata de ponerse en flor de loto en un bosque, sino simplemente dedicar diez minutos al día a estar en silencio contigo mismo y no pensar en nada, y si te vienen todo tipo de pensamientos y recuerdos a la mente (algo seguro hasta que vayas aprendiendo a meditar), acéptalos y estate esos diez minutos contigo mismo.
5. Simplifica tu vida
Suena bien y fácil, pero ¿cómo hacerlo? Se podría definir como ejercitar un minimalismo material, pero emocional y psicológico. Identificar lo que realmente es importante para ti y dedicando más tiempo a ello, puede tener un impacto significativo en tu felicidad. Aquí entra el punto visto de fomentar las relaciones personales, dedicar tiempo a tus seres queridos y no a problemas que al final no tienen tanta importancia o si lo tienen, igual no puedes solucionar o no depende de ti.
Desapégate de cosas materiales y preocupaciones infundadas. Ve a lo fundamental, a lo que importa, no hace falta decirte el qué, cada uno tiene las suyas, lo sabrás sin problema.
Rutina diaria tipo para ser feliz
Un día cualquiera de tu nueva vida termina donde acaba el anterior, es decir, al acostarte: deja pantallas una o dos horas antes de irte a dormir y dedica ese tiempo a estar con tu pareja y/o leer un buen libro. Verás como te levantas con otro humor, entre otras cosas porque habrás dormido más y mejor.
A continuación, si trabajas fuera de casa, ve caminando si no está muy lejos a partir de ahora, o bien parte del trayecto. Durante la jornada, laboral o no, relativiza todos los problemas que te surjan, sobre todo si no dependen de ti totalmente o no tienen solución inmediata. Céntrate en lo inmediato y el resto del día, disfruta del mismo: tiempo con tu familia, un café con algún amigo o compañero de trabajo para hablar de todo menos de eso, de trabajo.
Y antes de volverte a ir a dormir, que en tu día haya habido ese tiempo para meditar y por supuesto, todos los momentos posibles de actividad física, de movimiento; mejor aún si te has dedicado a practicar algún deporte o ejercicio; y lo mismo para la mente, con algún hobby o actividad para tu cerebro.
Como ves, no son pasos ni acciones complejas que requieren de un entrenamiento, no decisiones trascendentales que conllevarían un cambio radical en tu vida. Es más, en la mayoría de los casos la clave no es cambiar nada, sino cambiar tú mismo y tus prioridades. La felicidad está al alcance de tu mano a través de acciones cotidianas y aparentemente simples. La clave está en ser consciente de tus acciones y decisiones diarias y en cómo estas impactan en tu bienestar. Incorpora estos cinco hábitos a tu vida y observa cómo, poco a poco, tu nivel de felicidad comenzará a aumentar. Recuerda, ser feliz es un viaje, no un destino.
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