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Me viven preguntando mi edad y no sé qué contestar
porque estuve pensando y prefiero decir
que tengo ochenta miradas que me han hecho sonreír
y un par que me desnudaron el alma.
Y que tengo catorce abrazos inolvidables
tres de ellos irrepetibles porque quien me los dio
ya no está de este lado de la eternidad.
Tengo unas cuantas noches de hospital
al lado de alguien que me importaba.
Y ochenta y siete madrugadas pensando en quien yo nunca le importé.
Tengo cinco mil doscientos besos, pero solo me acuerdo de unos seis.
Cuatro veranos que fueron eternos.
Algunos otoños melancólicos muy lluviosos.
Y un invierno demasiado triste.
Tengo setenta cinco noches sin dormir.
Y algunas lágrimas gastadas en cosas y en gente que no importaban.
Tengo cuatro lágrimas muy amargadas invertidas en alguien que tampoco las merecía.
Diez carcajadas de esas que te hacen doler la panza, que te falta el aire.
Doscientas cinco sonrisas solo por compromiso.
Nueve deseos de la infancia que nunca cumplí.
Tres consejos que me dieron cuando era chiquito que entendí en la edad adulta.
Dos camas en las cuales que me acosté sin querer estar,
y una en la que hubiese matado por despertar.
Cinco errores que volvería a cometer dos de los que me arrepiento.
Miles de escenas, pero pocas como aquellas tres que duraron hasta el amanecer.
Un concierto de un artista especial para dos en donde compré un recuerdo,
pero creo que quedó en el olvido.
Ciento cincuenta películas que marcaron mi vida y no puedo contabilizar las canciones.
Veinte tardes mirando pasar la vida en una plaza.
Cinco adiós en donde dos de ellos no me quise despedir nunca.
Tantas cosas que nunca dije y tantas cosas que dije sin sentir,
y que mejor me hubiese callado.
No tengo idea en cuántos años cabe todo eso, pero te aseguro
que la vida no son años sino momentos.
Desconozco autor
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