El cuerpo humano tiene muchas zonas olvidadas. Se habla a menudo de ellas con respecto a la aplicación de la protección solar. ¿Quién no se ha olvidado alguna vez de ponerse crema detrás de las orejas o en las plantas de los pies? Se ha hablado mucho sobre ello en los últimos años, pues son zonas de la piel igualmente expuestas a la posibilidad de desarrollar un cáncer, por lo que no se deben descuidar. Pero esto no es algo que ocurra solo con la protección solar. Como bien nos decían a veces nuestras madres y abuelas cuando éramos pequeños, también hay partes del cuerpo olvidadas a la hora de ducharnos.
Ahora, un equipo de científicos de la Universidad George Washington ha querido homenajear a todas las abuelas con un estudio que demuestra que, efectivamente, hay partes del cuerpo olvidadas en las que la composición bacteriana de la piel es mucho menos saludable.
Previamente, este equipo de investigadores, dirigido por el profesor de bioestadística y bioinformática Keith Crandall, había bautizado esa posibilidad como la “hipótesis de la abuela”. Pero ahora han ido más allá y han demostrado que es mucho más que una hipótesis. Y es que, aunque a veces pueden caer en algunos mitos, como el corte de digestión o las vitaminas escapistas del zumo, las recomendaciones de las abuelas siguen teniendo mucha ciencia detrás.
Las zonas del cuerpo olvidadas en la ducha
Crandall enunció la hipótesis de la abuela precisamente como homenaje a la suya. Según él, ella le hacía mucho hincapié en que debía lavarse el ombligo, la zona entre los dedos de los pies y detrás de las orejas. Por eso, estas fueron las zonas del cuerpo olvidadas que se analizaron en el estudio publicado en Frontiers in Microbiology.
Nuestra piel está siempre cubierta de microorganismos, especialmente bacterias. Del mismo modo que ocurre en otras partes del cuerpo, como el sistema digestivo o los genitales, el conjunto de estos microorganismos, conocido como microbiota, debe obedecer un equilibrio entre los que son beneficiosos, los neutrales y los patógenos. Lo saludable es que haya una mayor cantidad de microorganismos beneficiosos. En el caso de la piel, estos actúan como barrera, evitando que agentes externos y dañinos puedan penetrarla. Esto incluye sustancias irritantes u otros microorganismos que sí sean patógenos.
Por todo esto, Crandall y su equipo pensaron que, quizás, las partes del cuerpo descuidadas tuviesen un desequilibrio en su microbiota, con una menor cantidad de microorganismos beneficiosos.
¿Cómo lo comprobaron?
En su estudio contaron con la colaboración de 129 estudiantes de posgrado y pregrado, que recogieron muestras de sus pantorrillas y antebrazos, detrás de las orejas, entre los dedos de los pies y en los ombligos. Después, estas se secuenciaron para detectar el material genético de los microorganismos que viven en su piel.
Así, se vio que, muy en consonancia con lo que señalan las abuelas, las partes del cuerpo olvidadas en la ducha tenían una menor proporción de microorganismos saludables, en comparación con las pantorrillas y los antebrazos, que eran zonas más secas y limpias.
No se encontraron diferencias significativas entre género, edad o etnia. La única diferencia parecía marcarla el cuidado en el aseo diario.
¿Es peligroso no lavarse el ombligo?
Si no lavamos a conciencia estas zonas del cuerpo olvidadas, lo más normal es que no nos ocurra nada grave. Pero sí que es verdad que estos desequilibrios en la microbiota pueden empujar al desarrollo de afecciones cutáneas, como el acné y ciertas eccemas.
Por eso, ya es hora de hacer caso a lo que nos decían nuestras abuelas. Cuando nos duchemos, no basta con enjabonar las partes del cuerpo más grandes y visibles. Las bacterias no entienden ni de visibilidad ni de tamaños.
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