Se trata de la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente, después del alzhéimer. Y como esta a día de hoy no se conoce su origen o cómo curarla.
El párkinson afecta sobre todo a las neuronas productoras de dopamina generando síntomas que aparecen progresivamente. Cada año se diagnostican unos 10.000 nuevos casos en España. El 70% de los diagnósticados tiene más de 65 años, pero el 15% son menores de 50 años.
Es además una afección compleja de identificar. Según la Sociedad Española de Neurología (SEN), los pacientes tardan una media de entre 1 y 3 años en obtener un diagnóstico.
Los temblores son su sello característico, pero no es el único efecto que tiene sobre quien la padece. El trastorno también puede causar rigidez o problemas para caminar y los síntomas se agravan a medida que la afección evoluciona hasta el punto de que la persona pierde por completo su autonomía.
Síntomas no motores del párkinson
Antes de que la enfermedad muestre su cara más visible, puede estar años manifestándose sin hacer saltar las alarmas.
“Un paciente con Parkinson puede desarrollar, entre 5 y 10 años antes del comienzo de los síntomas motores, muchos trastornos no relacionados con la motricidad, como son la pérdida de olfato, el trastorno de conducta del sueño REM y la depresión. Conocerlos e identificarlos puede ser clave para poder mejorar los tiempos de diagnóstico de esta enfermedad”, asegura el Dr. Javier Pagonabarraga Mora, Coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la SEN.
En este sentido en 2022 una investigación inédita británica publicada en JAMA Neurology señaló la pérdida de audición y la epilepsia como 2 nuevos signos de la enfermedad de Parkinson hasta ahora poco estudiados.
Otros problemas de salud relacionados incluyen problemas de memoria, fatiga y alteraciones gástricas como estreñimiento o nauseas. También puede causar dificultad para masticar, comer, hablar o tragar.
El síntoma clave que puede aparecer 20 años antes del diagnóstico
«Los trastornos del olfato, especialmente las alteraciones cuantitativas, hiposmia que puede ser leve, moderada o grave, es una de las manifestaciones más frecuentes en la enfermedad de Parkinson y puede preceder hasta incluso 20 años a la aparición de las manifestaciones motoras», escribe la doctora Stella Maris Cuevas, médica otorrinolaringóloga, experta en olfato y alergista expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA).
Por lo que en palabras de la especialista «a través del estudio del olfato (olfatometría), se puede realizar un diagnóstico precoz, el cual permitirá al paciente saber lo que tiene, y ser tratado de la manera correcta, ofreciéndole la mejor calidad de vida».
La hiposmia refiere a la reducción parcial de la capacidad de percibir olores. Sobre esto en 2017 un estudio de la Unidad de Investigación Max Planck de Neurogenética (Alemania) lo subraya como «primer síntoma de la enfermedad de Parkinson«.
En su investigación, junto a la Universidad de Auckland en Nueva Zelanda, compararon los bulbos olfatorios de personas con y sin la enfermedad. Los investigadores descubrieron que el volumen total ocupado por las unidades funcionales del bulbo olfatorio en los casos de párkinson era solo la mitad que en los individuos normales. Además, su distribución dentro del bulbo olfatorio estaba alterada en los casos de Parkinson.
Entre las posibles causas de la enfermedad los factores ambientales, como virus, metales pesados
o pesticidas, se consideran factores de riesgo o incluso causas directas de la enfermedad. «Ningún otro sistema sensorial que el olfativo está en contacto tan estrecho con el entorno externo: el aire inhalado», apuntan los investigadores.
La hipótesis olfativa plantea que el agente patógeno se introduce desde la cavidad nasal hasta el bulbo olfatorio, donde se desencadena la enfermedad de Parkinson y se propaga gradualmente a otras partes del cerebro.
«Hasta hace unos años, el sentido del olfato no era habitualmente explorado en el examen clínico de un paciente, pero este sentido está dejando de ser subestimado y por la pandemia del coronavirus adquirió un protagonismo especial», apunta Cuevas en su artículo. «Es por eso que la olfatometría es una herramienta muy importante para realizar un diagnóstico temprano«.
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