Hacerse mayor en Silicon Valley (y en el mundo): el edadismo digital desde el centro de la revolución tecnológica
«Soy mayor, pero no idiota». Bajo este eslogan, el valenciano Carlos San Juan de Laorden empezó la revolución contra el abandono de los mayores en el proceso de digitalización acelerada de los bancos. Rápidamente, su voz encontró eco en cientos de miles de personas en todo el país y acabó llegando al Consejo de Ministros hace poco más de un año. Pero la banca y sus canales en línea no son los únicos que se han olvidado de las personas de mayor edad: el edadismo está presente en todas las caras de las tecnologías digitales, desde la exclusión de ciertos grupos de usuarios hasta el mercado laboral.
Dos investigadoras de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Mireia Fernández Ardèvol, investigadora del IN3 de la UOC y experta en digitalización y personas mayores y profesora de comunicación digital de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC, y Andrea Rosales, investigadora del grupo Communication Networks & Social Change (CNSC) y profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC, junto a Jakob Svensson, profesor e investigador de la Universidad de Malmö, profundizan en el tema en el libro publicado en abierto Digital Ageism. How it Operates and Approaches to Tackling it (que, traducido al castellano, sería: «Edadismo digital. Cómo opera y enfoques para abordarlo»). De la mano de una treintena de expertos y expertas, en sus páginas analizan cómo el edadismo digital está presente de forma invisible en nuestra sociedad y, en particular, en la meca de la revolución tecnológica: Silicon Valley.
El edadismo y las tecnologías digitales
El edadismo es una forma de discriminación social por cuestión de edad. Esta afecta a todo tipo de personas, pero, en especial, a las mayores. «En las sociedades contemporáneas capitalistas, el trabajo y la productividad son cuestiones centrales. En el momento en que dejas de participar en el mercado laboral, o si nunca has participado en él, la sociedad te aparta. Bajo esta lógica, una persona solo cuenta cuando contribuye en lo productivo», explica Mireia Fernández Ardèvol. A partir de esa idea se construye una relación de exclusión, que coloca en la periferia de la sociedad a las personas de mayor edad que no son productivas.
«Además, nuestras sociedades construyen la vejez como una carga, y lo que se premia es la juventud», añade la experta de la UOC. «El edadismo, aunque es muy obvio y está muy arraigado en nuestras sociedades, sigue siendo invisible», comenta Fernández Ardèvol. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), a escala mundial, una de cada dos personas discrimina a los mayores por su edad y, en Europa, una de cada tres personas reconoce haber sufrido edadismo.
Según el Informe mundial sobre el edadismo de la OMS, el edadismo tiene consecuencias graves para la salud, el bienestar y los derechos humanos de las personas. En particular, entre las personas mayores, el edadismo se asocia con una menor esperanza de vida, una salud física y mental más deficiente, una recuperación más lenta de la discapacidad y un mayor deterioro cognitivo. El edadismo también aumenta el aislamiento social y la soledad de los mayores, restringe su capacidad de expresar su sexualidad y puede aumentar el riesgo de violencia y abuso.
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El edadismo se manifiesta con especial intensidad en el entorno de la digitalización. «Las tecnologías digitales siempre se han asociado con la juventud, desde el principio, y las diseñan mayoritariamente personas jóvenes con un contexto vital determinado. Además, las tecnologías digitales se identifican con la productividad y el mundo laboral», explica Mireia Fernández Ardèvol. «En todo el proceso de digitalización hemos olvidado a quienes no estudian ni trabajan. Lamentablemente, esto significa que la gente mayor no es el objetivo de la revolución digital, ya que no forma parte del sector productivo», añade.
Para reducir el edadismo, el informe de la OMS señala que es necesario invertir en estrategias basadas en ciencia, mejorar los datos y las investigaciones para comprender mejor el edadismo y fomentar un cambio en el discurso sobre la edad y el envejecimiento. «En lo digital, debemos pensar en términos de diseño universal y escuchar la voz de estos colectivos, incluir a las personas mayores en todas las etapas, desde las discusiones de políticas públicas hasta los diseños de los servicios y las pruebas de usuario», concluye la experta en comunicación móvil, personas mayores y TIC.
El edadismo en Silicon Valley: la exclusión en la industria tecnológica
Silicon Valley es un territorio geográfico en la zona sur del Área de la Bahía de San Francisco en el que hoy se agrupan más de 2.000 compañías tecnológicas. Pero Silicon Valley también es una idea, un concepto nacido de la Universidad de Stanford que se ha convertido en símbolo de la innovación y la revolución tecnológica en todo el mundo. En Silicon Valley se fabrica el futuro, solo que es un futuro creado mayoritariamente por hombres blancos y jóvenes de un contexto social determinado.
«Los orígenes sexistas y edadistas de la cultura digital en California se han perpetuado en el tiempo. La cultura corporativa de Silicon Valley desafía al trabajador a cambiar el mundo y romper barreras, y se identifica más con un joven emprendedor y un trabajador incansable que con un trabajador con la obligación de recoger a sus hijos de la escuela a las cinco de la tarde», explica Andrea Rosales. «Los fondos de inversión de riesgo que financian las empresas emergentes tecnológicas buscan ese espíritu joven y desafiante, basándose en referentes como Steve Jobs o Mark Zuckerberg, que crearon grandes empresas siendo muy jóvenes y trabajando muchas horas a la semana», añade.
Hoy, por causa de esos orígenes y de los desafíos de recursos humanos del sector, la cultura tecnológica es bastante homogénea en términos de edad, etnia y género. Para la experta de la UOC, esto se combina con las percepciones culturales, los sesgos y las expectativas de que los trabajadores tecnológicos mayores van a ser menos apasionados, tendrán más dificultades para procesar información y aprender cosas nuevas y mostrarán menos interés en la tecnología en general. A partir de ahí, desde Silicon Valley, el edadismo digital se expande por el resto del mundo tecnológico.
«Silicon Valley ha promovido los programas corporativos que presentan los lugares de trabajo como patios de recreo, con beneficios en la oficina y actividades de cohesión de equipos, subrayando los valores empresariales de la empresa como familia, fusionando la vida personal con los objetivos corporativos«, señala Andrea Rosales. «La pasión devota por el trabajo y el lugar de trabajo atiende con mayor frecuencia a un trabajador tecnológico joven, un paradigma que se ha impuesto en las empresas tecnológicas internacionalmente y que persiste a pesar del teletrabajo», agrega.
«El primer paso para romper con este marco es crear más conciencia sobre los estereotipos que marcan las relaciones interpersonales y, particularmente, los estereotipos de edad, y cómo estos marcan las relaciones laborales en las empresas tecnológicas», apunta Andrea Rosales. «No podemos creernos que todos los programadores deberían cambiar de rol a partir de los 35 años y que ser programador no es compatible con tener una vida propia», concluye.
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