Tranquilo, es muy normal.
Se puede controlar y superar.
Si últimamente te notas más despistado que un pulpo en un garaje…
Si se te olvida por qué entraste a una habitación (pero no te olvidas de lo que te debe Hacienda)…
Si te pillas cabreado por tonterías, como cuando alguien tarda más de 0,2 segundos en avanzar en el semáforo…
Respira. No te estás volviendo loco.
Es simplemente la vida pasándote factura.
Lo que nadie te dijo sobre estar «raro»
Hay momentos en los que parece que tu cerebro está haciendo huelga.
Te cuesta concentrarte.
Lees un correo y a los dos minutos no recuerdas ni de qué iba.
Te irritas con cosas que antes te daban igual.
¿Lo mejor? No eres el único. Esto le pasa a más gente de la que crees.
Es un cóctel entre estrés acumulado, falta de sueño, malos hábitos y una sociedad que no te da un respiro.
Porque en esta era de la inmediatez, donde hay que estar en todo, saber de todo y reaccionar a todo, es fácil quemarse.
Pero la buena noticia es que se puede controlar y superar.
Cómo recuperar el control (sin mudarte a una cabaña en el monte)
La clave está en cambiar pequeñas cosas que suman un gran impacto.
🔹 Descansa de verdad
No, dormir 6 horas no es descansar. No, ver Netflix hasta las 2 AM no es desconectar. Dormir bien es un superpoder. Empieza a tratarlo como tal.
🔹 Reduce la basura mental
¿Tu móvil suena cada dos minutos? Tienes que desintoxicarte de notificaciones. Mucha de la ansiedad viene de estar hiperconectados. Silencio y filtros, por favor.
🔹 Haz ejercicio (sí, aunque odies el gimnasio)
El cerebro y el cuerpo están conectados. Si no te mueves, te oxidas. Si te oxidas, te cabreas. Aunque sea salir a andar rápido, pero haz algo.
🔹 Come mejor (y no, no hace falta ser un talibán del kale)
Lo que comes afecta a cómo piensas y cómo te sientes. Menos azúcar, menos ultraprocesados y más comida de verdad. Notarás el cambio en días.
🔹 Entrena tu mente
Leer, escribir, aprender algo nuevo. Tu cerebro es un músculo, y si no lo usas, se vuelve perezoso.
🔹 Pasa más tiempo con gente que suma (y menos con los que restan)
Todos tenemos ese amigo que drena energía. Menos quejas y más conversaciones que te inspiren.
Lo importante es no rendirte
Lo que sientes es normal. Lo raro sería que, con el ritmo de vida que llevamos, no te pasara.
Pero lo mejor de todo es que tiene solución.
Si notas que te falla la memoria, te enfadas por chorradas o simplemente no te reconoces, haz ajustes.
No tienes que cambiar tu vida de golpe. Solo empezar a hacer cosas que te ayuden en vez de hundirte.
Porque estar «raro» no es una condena.
Es solo una señal de que es hora de cambiar algo.
Y si has llegado hasta aquí sin olvidarte de lo que estabas leyendo, vas por buen camino.
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