El secreto para vivir hasta los 110 es no certificar la muerte: la investigación que afirma que los datos de las personas más longevas del mundo están mal
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Hay una obsesión por los centenarios. Pasar de los 100 se ha convertido en un objetivo para muchos, que quieren saber qué comen, cómo se mueven y en general cuáles son las rutinas que siguen las personas más longevas del planeta, con la esperanza de llegar a serlo ellos también.
Pero ¿y si las personas que más viven del mundo en realidad estuvieran muertas? Esa es precisamente la tesis de una investigación galardonada en la última edición de los Ig Nobel, los premios, no deben confundirse con los verdaderos Premios Nobel, que reconocen los descubrimientos científicos que “hacen reír y luego pensar”.
Desenmascarando a los supercentenarios
«Mi investigación concluye que la mayoría de las afirmaciones sobre las personas que viven más de 105 años son erróneas», explica su autor Saul Justin Newman, investigador asociado del Centro de Estudios Longitudinales, UCL.
Su interés por el tema le llevó en sus inicios a desmentir un par de artículos en nada menos que revistas científicas como Nature y Science. Estos versaban sobre el envejecimiento extremo en la década de 2010.
«En general, las afirmaciones sobre la longevidad de las personas no se sostienen», apunta el investigador.
«He rastreado al 80% de las personas mayores de 110 años en el mundo (el 20% restante procede de países que no se pueden analizar de forma significativa). De ellos, casi ninguno tiene partida de nacimiento. En Estados Unidos hay más de 500 de estas personas; sólo siete tienen partida de nacimiento. Peor aún, sólo un 10 % tiene certificado de defunción», matiza Newman en un artículo que firma en The Conversation.
El epítome de esto son las “zonas azules”
Estas regiones donde supuestamente hay un alto porcentaje de gente mayor de 100 años se han popularizado en los últimos años. Se han promocionado en libros, son tema de montones de trabajos científicos y hasta protagonizan un popular documental de Netflix.
En realidad no reivindican nada que no sea bueno seguir. Comer más sano, moverse más, llevar un ritmo de vida menos acelerado… el problema es que si se hace con la intención de superar los 100 en el DNI quizá uno quede después decepcionado, a tenor de la tesis de Newman.
Okinawa, en Japón, es una de estas zonas. Pero como reseña el científico en su artículo, «en 2010, un estudio del gobierno japonés reveló que el 82 % de las personas mayores de 100 años en Japón habían muerto. El secreto para vivir hasta los 110 era no certificar su defunción».
No solo eso. El gobierno japonés también ha llevado a cabo una de las mayores encuestas nutricionales del mundo, que se remonta a 1975. Desde entonces hasta ahora, Okinawa ha tenido los peores datos en salud de Japón. Han sido los que menos verduras han comido, los que más han bebido, continúa Newman.
Y no es la única zona azul en la que suceden cosas parecidas.
Cerdeña, la zona azul italiana, e Ikaria, en Grecia son espacios señalados asimismo por el científico.
Cuando Eurostat empezó a hacer registros de la esperanza de vida, en 1990, «Cerdeña tenía la 51ª esperanza de vida más alta de Europa entre 128 regiones, e Ikaria la 109ª. Es increíble la disonancia cognitiva que se produce. Con los griegos, según mis estimaciones, al menos el 72% de los centenarios estaban muertos, desaparecidos o esencialmente eran casos de fraudes con las pensiones«.
De dónde viene esto
Problemas con los registros, fallos de memoria o directamente intento de fraude son las razones que el investigador da para explicar el fenómeno de las zonas azules. No obstante cabe resaltar que hoy existen centros, como LongeviQuest, encargados de validar las edades de las personas más ancianas del mundo.
«En Okinawa, el mejor indicador para saber dónde está el mayor número de centenarios es fijarse en los lugares en los que los estadounidenses bombardearon los registros durante la guerra«. Eso se debe a dos razones, explica: «Por un lado, si la persona muere, permanece en los libros de algún otro registro nacional que no ha confirmado su muerte. Si vive, pasa a un gobierno de ocupación que no habla su idioma, trabaja con un calendario diferente y falsea su edad.
Según el ministro griego responsable de las pensiones, más de 9 000 personas de más de 100 años están muertas y cobrando una pensión al mismo tiempo. En Italia, en 1997 se descubrió que unos 30.000 beneficiarios de pensiones “vivos” estaban muertos.
«Las regiones en las que es más frecuente que la gente llegue a los 100-110 años son aquellas en las que hay más presión para cometer fraude con las pensiones, y también son las que tienen los peores historiales», considera el artículo.
«En realidad, es muy probable que la longevidad esté ligada a la riqueza», sopesa. «Los ricos hacen mucho ejercicio, tienen poco estrés y comen bien».
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