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Dormir la siesta y no trabajar demasiado puede hacerte vivir más

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Imagina una manera de mejorar tu salud y vivir más sin dieta estricta alguna, librándote de rutinas de ejercicio, caros superalimentos, suplementos o pastillas.

El autor Dan Buettner afirma que ha dado con ella, no solo una sino hasta 5 veces, en las llamadas Zonas Azules, donde las personas tienden a vivir mucho tiempo con buena salud.

Su tesis de las Zonas Azules, que lleva 20 años defendiendo e ilustrando, es que esas personas no están obsesionadas con la salud ni trabajan excepcionalmente duro para estar en forma a medida que envejecen.

En su lugar, tienden a llevar una vida sana, día tras día. Para un observador inexperto, pueden parecer incluso un poco perezosos, echándose siestas y saltándose el ejercicio vigoroso. Su entorno está preparado para que el bienestar se produzca accidentalmente.

«La razón por la que viven mucho tiempo no es porque persigan la longevidad, sino porque la longevidad viene de la mano», explica Buettner a Business Insider, antes del lanzamiento de su nuevo libro (29 de agosto) y docuserie en Netflix (30 de agosto), ambos destinados a desentrañar los «secretos» de las Zonas Azules.

La gente está relajada, pero no aletargada

Los habitantes de estas regiones no son precisamente adictos al sofá. Hacen cosas buenas para su cuerpo, su cerebro y su estado de ánimo durante todo el día. Pero no se dan cuenta.

Se llenan la boca de verduras, cereales integrales y miel local, por lo que no hay mucho espacio para alimentos procesados o azúcar de mesa en sus platos. Pasan tiempo con sus seres queridos, se sienten motivados y controlan el estrés. Caminan en lugar de conducir, simplemente porque es demasiado montañoso, o demasiado caro. La longevidad resulta fácil porque está orgánicamente integrada en las decisiones que toman por defecto los habitantes de las Blue Zones.

«Es producto de un entorno adecuado, y ese entorno les empuja a moverse cada 20 minutos más o menos, a comer alimentos integrales, a seguir una dieta basada en plantas y a socializar más«, afirma Buettner. «Prestemos atención a los lugares del mundo que han producido los resultados de salud que queremos, y copiémoslos».

He aquí ejemplos sencillos, de algunas de las 5 zonas azules:

Ikaria, Grecia

En esta isla a medio camino entre Grecia y Turquía, en el mar Egeo, la gente aprendió a comer localmente, porque durante siglos, tuvieron que hacerlo. La isla carece de puertos naturales. Sus infusiones de salvia y romero son ricas en compuestos beneficiosos para la salud; su miel cruda nunca se hierve, lo que deja intactos los compuestos bioactivos del polen de abeja.

Y si se pregunta a la ikariana Vaso Parikos, de 88 años, ¿qué té recomienda beber a diario? Es el vino. A menudo, los ikarianos beben sólo un vaso o 2 con la cena, y en buena compañía. Incluso es posible que haya algo único en la forma en que su vino, sus hierbas y su dieta se combinan, lo que hace que todo sea más beneficioso para su salud —pero las investigaciones sobre esta idea siguen siendo contradictorias—.

Loma Linda, EEUU

A las afueras de Los Ángeles, una bulliciosa comunidad de adventistas del séptimo día vive en la única Zona Azul de Estados Unidos. Dan prioridad a la ingesta de alimentos integrales y saludables, como frutos secos, verduras y legumbres, y en general no consumen carne ni alcohol. Han conseguido que este estilo de vida saludable sea fácil de seguir compartiendo cenas en la iglesia y abriendo una tienda de alimentación con abundantes alimentos básicos, como cereales integrales y productos frescos, pero sin carne a la vista. —Algunos incluso hacen un pastel de «carne» hecho con avena, nueces y pan rallado—.

Cerdeña, Italia

En esta gran isla mediterránea situada a unos 170 kilómetros al oeste de Roma, la gente hace «ejercicio» simplemente caminando. Las empinadas ciudades construidas en las laderas hacen que los ejercicios de movilidad formen parte de la vida diaria, del mismo modo que cuidar de los jardines y sentarse tradicionalmente en el suelo en Okinawa (Japón) o partir troncos en la península de Nicoya (Costa Rica) ayuda a los ancianos a mantenerse móviles, fuertes y comprometidos. Después del trabajo, los habitantes de la Zona Azul pueden echarse una siesta para relajarse y luego salir a reír o a bailar con los amigos.

«Es un entorno que les facilita vivir su propósito«, afirma Buettner. «Tendemos a infravalorarlo, porque los vendedores no pueden abarcarlo, así que no hay mucho que vender. Pero está produciendo manifiestamente de 10 a 12 años de esperanza de vida saludable por encima de lo que estamos sufriendo hoy en día.»

Cristina Fernández Esteban

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Jose Manuel Fuentes Prieto

Profesional de la Comunicación que, ademas de diferentes trabajos para sus clientes edita webs de Teletrabajo, Emprendedores y Calidad de Vida
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